martes, 17 de mayo de 2016

La cosa de afuera

Ésta historia real ocurrió en un área rural, muy apartada y muy solitaria de México. 
Sergio era un muy buen niño, un chico fuera de serie, un buen muchacho, pero la vida no lo agració. El nació pobre, y era la peor clase de pobreza porque venía de una familia que alguna vez tuvieron la oportunidad de pertenecer a la clase media. Su padre había muerto hacía mucho, su madre era una mujer que estaba sola. Vivían en un trailer sin luz, pero afortunadamente la señora tenía un buen amigo, quien era alguien adinerado y tenía una propiedad; un área de muchas hectáreas. Éste hombre dejaba a la mujer y a su hijo quedarse en los campos de la propiedad. La mujer podía estacionar el trailer ahí y evitar pagar impuestos municipales. 
Afortunadamente, a unos veinte o treinta metros del trailer había un caseta bien pequeña y sí tenía luz. Había un camino pavimentado cerca del trailer, iba hasta la casita y después se perdía una milla más allá donde estaba la casa del señor. Había también una cerca de dos metros y detrás un perro que era bastante peligroso. Sergio le tenía miedo, pero él lo entendía porque según el dueño había sido maltratado por niños. 
Sergio jugaba mucho en esa caseta, donde tenía luz y electricidad. Él jugaba con su Sega Genesis instalado con un televisor viejo. A menudo, él invitaba a su mejor amigo Jacobo. Pero esta vez lo invitaba a dormir y a jugar con el al Sega Genesis. 
Aproximadamente a las seis de la tarde pusieron Sonic 3 para jugar y se quedaron jugando hasta terminarlo como a las dos de la mañana, pero no estaban cansados, ellos querían seguir jugando a otros juegos. Su madre ya se había acostado a dormir en el trailer y los niños jugaban, jugaban y jugaban. De repente, Segio escucha algo, algo que viene de los arboles que apenas se puede ver, tenuemente, acompañado por la luz de la luna un ruido extraño de algo que se venía acercando. La caseta no tenía ventanas pero él lo pudo escuchar. 
-¿No escuchaste eso?- le pregunta a Jacobo. 
Y él estaba más concentrado en el juego que en otra cosa así que le respondió: 
-No, no escuché nada. 
Pero de repente el sonido se hizo más duro, y esta vez Jacobo lo escuchó pero no le dio importancia. Siguieron jugando hasta que pasó media hora. Hacía frío, tanto que hacía tiritar. Jacobo suelta el mando y pone en pausa el juego. 


-Mira, necesito ir al baño. 
Pero el baño quedaba en el trailer. 
-OK, te espero aquí. 
Jacobo se va y Sergio se queda jugando,pero él es muy consciente del tiempo como solo un niño puede serlo. Y considera que Jacobo se está tardando mucho. Con el mando, pone pausa, lo deja sobre la alfombra, se pone de pie y se dispone de ir a buscar a Jacobo. 
Abre la puerta y pega un grito, porque Jacobo estaba ahí, parado en la entrada y encarando la puerta cono los ojos muy grandes y en un silencio total, como si fuera una estatua o un muñeco, con la mirada perdida y completamente quieto. Sergio da dos pasos hacia atrás, llevándose la mano al pecho. 
- Maldición, me asustaste, ¿qué te pasa? 
Él interpreta eso como que le quiere jugar un broma. 
- ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? Ya, deja la estupidez. 
Sergio rodea los ojos con fastidio porque Jacobo no reacciona. 
- Voy a buscar algo de comer y aprovecho para ir también al baño. 
Y bruscamente lo hace a un lado para ir al trailer. Pero cuando Sergio toca a Jacobo se da cuenta de dos cosas: él estaba tieso, como si en lugar de haber tocado a un ser humano, hubiera empujado a un poste de luz. Y por último y peor todavía, Jacobo estaba muy frío. Pero Sergio logra hacerse a un lado y va caminando hacia el trailer. Pero nota algo: Jacobo lo estaba siguiendo de atrás, estaba a unos diez centímetros de él, como si fuese una especie de robot. Sergio suspira. 
- Qué fastidioso eres. 
Abre la puerta del trailer y Jacobo se queda afuera mirándolo fijamente con una semi sonrisa. Sergio deja la puerta entreabierta, abre la heladera, busca unas papas fritas y jugos y aprovecha para ir al baño. Pero cuando Sergio trata de abrir la puerta del baño, escucha una voz desde adentro. 
- ¡Ey, estoy aquí! ¡Sigo aquí! 
La voz de Jacobo resonó por todo el trailer. 
Sergio abre los ojos como platos, trata de forcejear la puerta y la voz de Jacobo resuena de nuevo: 
- ¿Sergio, qué te pasa? ¡Sigo aquí! 
Sergio gime de terror, se voltea hacia la puerta entreabierta para ver al otro Jacobo pero no estaba ahí. El niño grita, la madre se despierta de golpe y va hacia donde estaba su hijo. 
- ¿Qué sucede? - pregunta casi gritando, preocupada, con la linterna en la mano. 
Jacobo del susto, tira la cadena y abre la puerta. 
- ¿Qué pasa, Sergio? 
Pero él se pone a temblar, y le cuenta a su madre y a Jacobo lo que había pasado...pero la madre, lamentablemente no le creyó. 
- Hijito, tuviste una alucinación, estas soñando - y vuelve a irse a dormir. 
Jacobo decide volver a la caseta así que arrastra a Sergio para volver a jugar. 
- No seas cretino, ven aquí conmigo. 
Pero Sergio insistía en que sabía lo que había visto. Jacobo trata de tranquilizarlo lo mejor que puede. Él está abrazado a sus propias rodillas. Empezaron a escuchar otra vez sonidos, pero esta vez estaba mucho más cerca. Algo estaba rascando con sus uñas la pared de la caseta y escuchaban pisadas, y lo peor de todo es que el perro empezó a ladrar furiosamente. Su miedo se intensificó cuando escucharon los lloriqueos del perro. 
- Tenemos que despertar a tu mamá. 
Pero Sergio lo refuta, diciendo: 
- Yo no voy a salir de aquí. 
Pero Jacobo, valientemente le agarra de los hombros y dice: 
- Bueno, tu quédate aquí y yo voy corriendo hasta el trailer. 
- ¡NO JACOBO, NO LO HAGAS, POR FAVOR, NI SE TE OCURRA HACERLO! 
- Vuelvo en un minuto, voy a buscar a tu mamá. 
Jacobo agarra aire, abre la puerta, sale, la cierra tras de sí y empieza a correr. Pero ni treinta segundos pasaron cuando Sergio rompió a llorar porque escuchaba los gritos de su amigo afuera. Escuchó que algo corría de vuelta, Jacobo abrió la puerta y la cerró y la única palabra que le pudo pronunciar a su amigo fue: 
-Ayúdame. 
Acto seguido agarraron todo, los estantes, el Sega Genesis, las sillas que habia, la mesa y la pusieron contra la puerta. Quizá no fue intención de Jacobo, pero asustó mucho a Sergio cuando le dijo: 
- Vi a tu mamá allá afuera y me estaba mirando, pero supe que algo estaba mal cuando la vi detrás de la reja. Y se que no era ella. 
Algo vuelve a rascar la caseta. Vuelven a escuchar pisadas. Los niños se abrazan. El foco tiembla por alguna razón. Total que los dos niños se quedan ahí toda la noche, atemorizados. Hasta que a la mañana siguiente, la mamá de Sergio tuvo que pedir ayuda a su amigo para desmontar la puerta porque no querían abrirla. Sergio se puso a llorar, abrazó a su mamá y Jacobo lo imita. 
Y es así como esta historia no tiene absolutamente ninguna explicación. Fue simplemente algo que pasó. Y aun varios años después, Sergio ya de adulto, la sigue contando.

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