miércoles, 18 de mayo de 2016

El payaso de la mecedora

Había una vez una niñera, que cada sábado por la noche iba a la casa de la misma familia para cuidar a los niños. Ella conocía bien a la familia, y disfrutaba de sus relajantes noches de sábado, ya que los niños se comportaban muy bien. Como siempre, a las 8 de la tarde fue en coche camino a la casa. Ellos la saludaron en la puerta, le dijeron que cogiese lo que quisiera de la nevera y se fueron a pasar la noche fuera.
La chica fue dentro y se sentó en el sofá. El más pequeño de los niños estaba durmiendo, mientras el otro jugaba silenciosamente en un rincón. Ella estaba viendo la tele cuando oyó al más pequeño romper a llorar. La niñera fue arriba, lo calmó y lo tapó con las sábanas. La habitación estaba extrañamente fría. Al girarse para ir a bajar las escaleras, la recorrió un escalofrío. De pie, en la esquina más lejana de la habitación, había, sentado en la mecedora, la estatua a tamaño real de un payaso.
Su pálida cara le sonreía con una macabra sonrisa carmesí, y su exagerada nariz hundía sus labios estirados en las sombras. Él llevaba una simple túnica roja con una flor blanca y un sombrero. El payaso aún reía siniestramente mientras la niñera cogía rápidamente su teléfono. Marcando el número del padre con rapidez, ella dijo: "Perdón por molestarle, ¿pero puedo cubrir con una sábana la estatua del payaso de la habitación de su hijo? Está comenzando a asustarme..."
Hubo silencio en la línea. El padre contestó: "Coge a los niños y sal de la casa. No tenemos ninguna estatua de payaso." Aterrorizada, la niñera cogió a los niños y arrancó a correr.
El padre estaba sentado en el restaurante, algo nervioso y preocupado, pero comenzando a relajarse. Su teléfono volvió a sonar. Él contestó inmediatamente, para escuchar una respiración pesada. Alguien rió en silencio. "Perdón por molestarle, ¿pero puedo cubrir con una sábana el cuerpo de su niñera?...
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